La agricultura entendida como un conjunto de acciones humanas que transforman el medio ambiente natural ha experimentado un fenómeno histórico en los últimos meses. Asolada por la subida de los precios en el origen y destino, el incremento del precio en la cadena de valor y la polémica entre las negociaciones intersectoriales, la agricultura se ha visto inmersa en una crisis económica causada por un enemigo hasta ahora invisible: el COVID-19.
Una pandemia que no entiende de idiomas ni de fronteras.
El COVID-19 ha cambiado las reglas del juego. Más de 2,5 millones de casos confirmados en todo el mundo, en torno a los 185.000 fallecidos y una devastadora destrucción en todos los sectores, en concreto el económico.
Todos hemos vivido como la población hacía acopio de los alimentos en sus casas. Había recursos limitados, escasez en el stock de productos y un consumo excesivo y desorbitado en relación a las necesidades. El miedo ha fomentado los gastos. Sin embargo, no por ello el sector agrícola ha sufrido en menor medida las consecuencias de la pandemia.
En el contexto de crisis, se ha hecho hincapié sobre los efectos económicos y la necesidad de ingresos en el sector del turismo, transporte o restauración pero nadie se ha preguntado por las dificultades en la producción de origen, por ejemplo.
Más que nunca, los patrones de compra, las necesidades de consumo y almacenamiento o las preferencias del consumidor han cambiado radicalmente en un corto espacio de tiempo. La agricultura, sin duda, ha hecho una gran inversión, un gran esfuerzo por sustentar a la población y permanecer tenaces y resistentes ante la crisis pandémica. Además han tenido que adaptar su organización interna y sus procesos productivos para cumplir las estrictas medidas sanitarias y el distanciamiento social que impone la lucha contra la pandemia.
¿Saldrá reforzado el sector agrícola de la actual crisis sanitaria del coronavirus?
La crisis económica ha afectado a todos los sectores. Si es cierto, que la agricultura se ha visto con una oportunidad para demostrar el papel imprescindible que tiene en nuestra sociedad, en nuestro mercado. De ahí, una posible revalorización que se mantendrá en alza durante los próximos duros meses que nos esperan.
El confinamiento ha dado lugar a reflexionar sobre los valores importantes y los aspectos esenciales que condicionan la supervivencia del ser humano. Necesitamos alimentos de calidad y un ecosistema sano y limpio donde podamos vivir con tranquilidad, lo que se conoce comúnmente como bienes de primera necesidad. Una oportunidad global para reflexionar sobre prioridades.
Es por ello que se han cambiado los hábitos de consumo radicalmente. Ante una devastadora crisis social, económica y sanitaria, los alimentos que se demandan son los de primera necesidad y los más económicos por lo que aquellos productos con un valor percibido mayor y por lo tanto un precio más elevado no salen reforzados. Se va a fomentar una oleada sostenible que busque la esencia rural, vivir con lo imprescindible, propio de la época de la posguerra y las crisis.
El medio rural se ha convertido en un destino de un atractivo sustancial. Se asocia a la salud, a lo sano, limpio, no explotado, una burbuja que nos aísla de los episodios tan catastróficos que estamos viviendo en los medios de comunicación y en las grandes urbes. Las ciudades están colapsadas. El campo es una zona de confort y de refugio en este momento.
La polémica sobre la Seguridad Alimentaria
La escasez de recursos ha fomentado la reducción de las cosechas de muchos países por lo que es imposible garantizar una seguridad alimentaria óptima. Como respuesta a esta reducción se recurre al riego localizado ya que las producciones que se obtienen en estos países alcanzan en ocasiones 6 veces la producción de la misma superficie en secano, permitiéndonos una transferencia tecnológica y dotación de medios para llevarlo a cabo de forma inmediata, y la correcta gestión de los recursos hídricos.
El sector agrícola está a la espera de subvenciones y ayudas que apoyen estas iniciativas. Sin embargo el gobierno invierte económicamente en muchos sectores por delante del agrícola. Mientras, el sector agrícola se sigue reinventando para poder asegurar que ese servicio esencial que es el abastecimiento de alimentos se siga prestando con normalidad.
TEJWheels tiene la esperanza que una vez superada la crisis sanitaria , el sector agrícola se revalorice y se considere como tal, un sector productivo indispensable para todos y poco conocido que trabaja día a día proporcionando sustento económico a millones de familias en todo el mundo, y dando de comer a 7.700 millones de personas en este planeta.