“El sector agrícola planta la semilla de la digitalización”. Este fue el titular del periódico digital y nacional ABC el pasado 8 de Diciembre. Ya son visibles los resultados de la transformación digital en la agricultura. Sin embargo, los agricultores tradicionales se resisten ante tal cambio, por lo que ralentiza este proceso de digitalización a gran escala.
El sector más tradicional inmerso en el huracán tecnológico.
La tecnología avanza sin precedentes y trabaja codo con codo con las técnicas derivadas de la agricultura de precisión. ¿Y qué es esto? Nada menos que todas las estrategias de gestión que recogen, procesan y analizan datos temporales, espaciales e individuales para mejorar la eficiencia en el uso de recursos y de la productividad. Gracias a una buena gestión de estos procesos podemos conocer las necesidades de riego o de fertilizantes de una cuadrícula del terreno con imágenes multiespectrales captadas por la cámara de un dron. También podemos identificar dónde está empezando a surgir una plaga gracias a sensores inteligentes o podemos trabajar las tierras mediante tractores con ruedas fabricadas a medida para la maquinaria agrícola.
Robots móviles y drones para la siembra de los campos.
Las técnicas que más se utilizan son las relacionadas con el uso adecuado del agua. Y para ello se usan drones muy avanzados tecnológicamente que permiten tener un control exhaustivo del terreno. Un control pormenorizado se irá extendiendo a medida que las empresas europeas se especialicen en este nicho de mercado. Con ello el sector agrícola pasará a convertirse en un sector emergente y muy rentable en comparación con sus raíces tradicionales y arcaicas.
Todo esto será posible si las nuevas tecnologías fruto de la era tecnológica llegan de forma homogénea a todas las empresas por igual y acabar con la brecha digital entre las grandes corporaciones agrarias y los pequeños productores.
Sensores inteligentes para perfeccionar la siembra.
El sector agrícola siempre ha sido muy tradicional, donde los conocimientos y técnicas han pasado de padres a hijos y donde la innovación y la inversión brillaban por su ausencia. Los antiguos agricultores controlan los parámetros básicos de calidad y producción para su trabajo y posterior venta al público.
Los sensores inteligentes vienen pisando fuerte ya que monitorizan en tiempo real las variables más importantes del suelo, como la cantidad de agua, la salinidad o la temperatura. También pueden ser instalados por el propio agricultor en apenas cinco minutos y pueden enviar los datos recogidos a una aplicación web en la que el profesional tiene disponible toda la información.
Gracias a esta implantación tecnológica se consigue reducir el consumo de agua entre un 30% y un 45% y aumentar la producción entre un 5% y un 10% además de evitar desastres ambientales.
La optimización de la producción y la mejora de la rentabilidad y sostenibilidad de las explotaciones va entrando poco a poco en el mundo agrícola. En las próximas décadas se vaticina que la agricultura alimentará a los casi 10.000 millones de personas que se espera que habiten el planeta en 2050. ¿A qué es increíble?